Desde
Noviembre del 2015 y hasta Febrero de este año el mundo se paseó al borde la
guerra. Cuatros meses en que los acontecimientos sirios pudieron haber
precipitado un conflicto de alcances insospechados. La tensión se disipó a
mediados de Febrero cuando Estados Unidos y Rusia impusieron una tregua en la
guerra siria que hoy ya ha completado un mes y cuya efectividad cada día parece
más segura.
La guerra que destruye Siria ha estado envuelta en un manto de misterio. Por eso hasta las más estrafalarias explicaciones de ella eran plausibles. Una guerra por la democracia y los derechos humanos, consecuencia de la "Primavera Árabe"; una disputa teológica o religiosa anclada en el Siglo VII; una fuerza terrorista, el Estado Islámico, que surge de la nada y que al apoderarse de buena parte de Siria e Iraq deja sin habla a las grandes potencias; un vecino poderoso Israel, que mira como si nada sucediera, las matanzas contiguas a sus fronteras; una vieja potencia colonial, Francia, que muestra un apetito desusado por su vieja colonia; Qatar que quiere disponer del territorio sirio para sacar su gas al Mediterráneo; Turquía que sueña con la resurrección de su Imperio y el control de las poblaciones kurdas; Arabia Saudita envanecido por la riqueza, que busca imponer su liderazgo a los países árabes y de paso controlar la oferta de petróleo... Demasiadas explicaciones confusas hasta para los más perspicaces.