Italia, Francia y España parecen estados sólidos y seguros como el crucero Costa Concordia una hora antes de su naufragio. Se piensa que ellos no pueden hundirse. Pero ahí está el Costa Concordia: lo más inesperado puede suceder. Cien años atrás los europeos testigos del fin del Titanic, no podían imaginar los treinta terribles años que sacudirían a Europa hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy las economías italiana, francesa y española deben cambiar el curso catastrófico que han seguido: déficits presupuestarios insostenibles, gigantescas deudas públicas y privadas, precios y remuneraciones que las dejan fuera de competencia. Pero no parece haber voluntad política para atacar estos problemas en forma radical. Ello recuerda la crisis política de los años '30, cuando no se quiso ver lo que se venía encima y se permitió que el resentimiento alemán cobrara fuerza y actuara impunemente. Lo que pudo haber sido una guerra pequeña enfrentada a tiempo, se transformó en la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy se estima que la solución de la crisis europea requiere al menos de US$3,5 trillones a US$4 trillones. Pero en un escenario más pesimista, de mayor lentitud en los ajustes, estas cifras pueden llegar a US$6,5 trillones. Contra ellas hay que contrastar los fondos de ayuda que se van anunciando. Parecen ser claramente insuficientes. La parsimonia europea, a su vez, cobra sus costos: fuga de capitales de la periferia a los bancos alemanes (US$600 billones a partir del 2009) y mayores primas por riesgo para colocar deuda soberana. Los bancos de la zona euro ya tienen comprometido todo su capital en deuda soberana expuesta a default, y no se mejora la competividad y el problema del déficit de las cuentas corrientes.
En algún momento en Europa la economía cederá el paso a la política y ahí sentiremos los efectos de la crisis en toda su crudeza. La periferia europea necesitará entonces líderes, "capitanes de puerto" con la voluntad y energía del que socorrió al Costa Concordia, y no aquellos que la han llevado a su naufragio y que abandonan el barco antes de tiempo. Sarkozy anunciando su retiro definitivo de la política explica mucho de lo que ha sucedido en Europa.