jueves, 6 de febrero de 2014

Chile y Perú en la Corte Internacional de La Haya

La demanda peruana que pedía se modificara la frontera marítima con Chile terminó con un fallo de antología. Reconoció en plenitud los derechos de Chile al territorio marítimo sobre el cual ha ejercido su jurisdicción por más de sesenta años con aceptación peruana, desechando por quince votos a uno el requerimiento peruano.(Al fin de cuentas el sistema internacional descansa en el respeto de los Tratados). Pero después ¡oh sorpresa! la Corte le reconoció al Perú alrededor de 22.000 kilómetros cuadrados de la  zona económica exclusiva que de acuerdo a los títulos aceptados por la misma Corte Internacional pertenecían a Chile, y por si fuera poco, le adjudicó además treinta mil kilómetros del mar internacional.  Los eventuales  nuevos espacios marítimos del Perú (están sujetos a la incorporación de Perú a la Convención del Mar) no cambiarán la fisonomía de este país que ya poseía un millón de kilómetros cuadrados de mar. Tendrá un 5% más de lo que ya tenía.

Con razón la opinión pública chilena sospechó que a la Corte la habían influido  factores ajenos a la discusión jurídica. ¿De qué otra manera se podría considerar la expropiación de un territorio marítimo  reconocido por la Corte bajo la jurisdicción chilena? ¿ Por que la concesión graciosa  de un mar que era de la Comunidad Internacional a Perú, un país que ha sido uno de los pocos que no ha firmado la Convención de Derecho del Mar?



Siete son los países con territorios que acceden al mar que no han firmado la Convención del Mar. Estados Unidos es uno de ellos por lo que Perú debe haber tenido en la juez de los EEUU  una abogada poderosa dentro de la Corte. Poderosa porque sería una ingenuidad pensar que EEUU no usa su poder en esta Corte tal como lo ejerce en todos los organismos internacionales. Y esto de regalar arbitrariamente derechos es una consecuencia lógica para quien no quiere normas que regulen la convivencia en los mares.




Las inconsecuencias en este caso comenzaron con la aceptación de la demanda de Perú de fijación de fronteras marítimas, demanda de un país que no quiere ni acepta que la Comunidad Internacional regule los derechos sobre el mar. Y tontería mayúscula la de Chile la de exponerse a un juicio con un país que solo reconoce respecto al mar como única ley los caprichos nacionales. Los jueces internacionales  le cedieron  derechos sobre la Alta Mar  a Perú en circunstancias que la Convención del Mar establece en su artículo 87 que “La alta mar está abierta a todos los Estados". Se los cedieron a un país que en este campo actúa con la lógica de un extraterrestre ajeno a las normas de la convivencia internacional. Por eso Chile debe ser intransigente con Perú respecto a no ceder lo "expropiado" mientras este país no reconozca la Convención del Mar y se haga signatario de este Tratado.

El fallo ha servido para que los chilenos pierdan la ingenuidad respecto a como se manejan los asuntos internacionales en este mundo. Y esto después que Chile ha hecho buena letra y se ha esmerado en ser un niño aprovechado ante los "grandes". Por eso  aceptó una misión de paz en Haiti que se eterniza y sin mayores discusiones se ha tragado el nombramiento como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU  junto a un grupo de países que son una verdadera "corte de los milagros".  Lindo espectáculo el de nuestro país en medio de los gigantes, tratando de enseñarles lecciones de buena crianza sin siquiera entender los códigos que regulan realmente las relaciones internacionales. A ver si el fallo  lleva a Chile al abandono de las absurdas pretensiones de jugar en un ambiente que le queda "como poncho" de grande y a no  creer en la buena fe y disposición de países que lo cortejan pero que en sentido estricto lo desprecian.

Por alguna razón misteriosa en Chile se rodea de un hálito de santidad todo lo que huela a "internacional".  A la comunicación del "fallo injusto" el Presidente de Chile se apresuró a dar la aceptación del país antes que sus autoridades y ciudadanos pudiesen enterarse del contenido de él, pues eran "los sumos sacerdotes" del mundo internacional los que habían hablado.  Chile asume que lo internacional está al margen de los intereses egoístas y crueles que ha caracterizado al comportamiento de los estados en la realidad "de carne y hueso" de la vida de los países.
 
Si Chile busca justicia  deberá abandonar La Haya. No es el lugar adecuado para resolver las contiendas internacionales que  se susciten en el futuro. Cuando se requiera se puede recurrir a arbitrajes serios y calificados.

Aún resta la absurda demanda boliviana que pretende que La Haya reescriba los Tratados vigentes con Chile. La demanda peruana dejó en claro que la Corte no está para estos "arreglines", pero que sí está disponible para ser generosa con lo ajeno. Y por  ello Chile debiera estar preparado para usar la fórmula que han empleado nuestros vecinos argentino: la declaración soberana de fallos "INSANABLEMENTE NULOS".

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