Sin ninguna necesidad Chile ingresó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas durante el Gobierno de Piñera. Con la arrogancia de un nuevo rico, el Gobierno de Chile creyó llegada la hora de inmiscuirse en los problemas de las grandes potencias del mundo. Recién asumido el nuevo gobierno de la Señora Bachelet votó censurando a Rusia por la incorporación de Crimea y de paso legitimó el Golpe de Estado en Ucrania promovido por Estados Unidos, de lo cual la diplomacia chilena no debe haber estado consciente. A las pocas semanas de este gesto poco amistoso con Rusia y como una sorpresa no programada, se dejó caer en Chile el Canciller ruso Lavrov.
Nunca se supo qué trato Lavrov en el mediodía de reuniones con el Gobierno de Chile. ¿Pidió mas prudencia chilena antes de votar en el Consejo de Seguridad? ¿Amenazó? ¿Ofreció compensaciones por un eventual apoyo chileno? ¿Dio a conocer información inconveniente para Chile en poder de Rusia que podría aflorar con un nuevo voto de castigo a Rusia? Misterio absoluto, La democracia chilena no discute estos asuntos aunque ellos comprometan gravemente la seguridad del país.
Ahora ha llegado la hora fatal de un nuevo round de las grandes potencias en el Consejo de Seguridad. Como quien se pasea por su casa, Estados Unidos ha anunciado que enviará a su aviación a Siria a bombardear al ISIS, hoy Estado Islámico, su aliado hasta hace poco tiempo en la guerra contra Bashar Al Asad. Con justa razón el Gobierno Sirio ha dicho que estas acciones requieren de su aprobación. Por su parte Rusia ha sido categórica al declarar que ellas requieren la aprobación del Consejo de Seguridad. Si el asunto llega a esta Institución, Estados Unidos querrá la mayor cantidad posible de votos para descalificar un casi seguro veto de Rusia y de China. Así aunque no cumpla con las normas del consejo de Seguridad, podrá bombardear ¿al Estado Islámico o al Gobierno Sirio?
Chile tendrá que expresar su posición sobre este "espinudo" asunto. ¿Apoyará a Rusia? ¿A Estados Unidos? El Ministerio de Relaciones Exteriores tendrá que trabajar fuera de su jornada habitual en largas sesiones nocturnas para encontrar una solución adecuada.
Si sirve de consuelo, al otro lado del Pacífico en Nueva Zelanda, tendrán el mismo dolor de cabeza, pues este país aceptó ingresar al Consejo de Seguridad con la misma ingenuidad chilena. Pero al fin de cuentas vale el dicho "mal de muchos consuelo de tontos".
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