La inesperada visita de Kerry a Rusia donde se reunió cuatro horas con Lavrov y cuatro horas con Putin, parece sellar la suerte que era previsible para Ucrania cuando se embarcó en el estúpido conflicto con Rusia.
Ucrania se sintió poderosa gracias al apoyo de Estados Unidos. Por eso tiró por la borda el acuerdo alcanzado en Febrero del 2014 en el que participaban el Gobierno de Ucrania de la época (dirigido por Yanukovich), la oposición, tres países prominentes de la Unión Europea (Alemania, Francia y Polonia) y Rusia. Era ese acuerdo la salida lógica a la crisis política de Ucrania, una que mantenía a Ucrania en armonía con Europa y Rusia, y que le permitía avanzar en su sistema político. Pero Ucrania oyó los cantos de sirena de Estados Unidos, y en veinticuatro horas borró el acuerdo que se había alcanzado. Ucrania fue tan ingenua como en su momento lo fue Georgia cuando creyó que su ataque a Rusia en el 2008 contaría con el apoyo de la OTÁN.
Ucrania no se percató que el real interés de Estados Unidos era crearle un problema a Rusia, "picanear" a ésta, obligarla a reaccionar para después sancionarla y apartarla de Europa. Como consecuencia se dañaría la economía rusa (Obama alcanzó a proclamar que las medidas de Estados Unidos habían hecho añicos a la economía rusa) y el desarrollo de la producción petrolera. Ucrania era una cancha en la que estaba garantizada una fuerte reacción rusa: Rusia no podría dejar de morder el anzuelo. Así efectivamente sucedió cuando Rusia la emprendió contra Ucrania, la que a la hora de la verdad ha visto que tras el apoyo occidental hay más palabrería que efectividad.
Tendría que haber sido muy insensato Occidente para casarse irrevocablemente (al viejo estilo) con Ucrania, un país quebrado, corrupto y con una instituciones febles por decir lo menos. Un caso perdido, mucho peor que Grecia.
Cuando la crisis ucraniana parecía salirse de madre y escalar la confrontación militar, la Unión Europea y Estados Unidos consideraron que ya la crisis había llegado a su límite y que habían extraído de ella todo lo que se podía conseguir. Por eso primero los europeos y después los norteamericanos viajaron a Moscú para "abuenarse" con los rusos.
Admira el estómago de Putin y Lavrov para recibir a Kerry, el enviado de un Presidente que a veces se embriaga en su aparente poder y sale con declaraciones de antología, como cuando dijo que Putin era peor que el Ébola y que Isis, o como a las veinticuatro horas de derribado el avión NH17 en el este de Ucrania en Julio pasado, le achacó la responsabilidad de ello a Rusia (hasta hoy no se pronuncia la Comisión que investiga oficialmente la destrucción del avión de Malasia). Hay que asumir que el interés de Rusia esta muy por encima de estas ofensas de la jefatura del Mundo Unipolar, y de los daños que el Patrón del Mundo le ha causado a Rusia. Los políticos entienden esta dialéctica y pueden pasar por encima de ella.
Admira también el desparpajo de Kerry y su Gobierno para después de embarcar al mundo en una cruzada contra Rusia que ha tenido a buena parte de Europa con los nervios de punta pensando en el inminente ataque nuclear ruso (En Finlandia las autoridades ya habían contactado a sus 900.000 reservistas), darse una voltereta y llegar a Rusia (aunque no a Moscú) como si nada hubiese pasado. Peor, Estados Unidos logró movilizar las fuerzas nucleares rusas, duplicar el presupuesto de defensa ruso (hoy es el 4% del PIB), empujar la alianza chino-rusa, acercar a Rusia, Turquía y Egipto y "last but not least", ofrecer al mundo una muestra impresionante del profesionalismo de las Fuerzas Armadas rusas y de su moderno armamento, en el Desfile de la Victoria del 9 de Mayo reciente, a propósito del aniversario número setenta del fin de la Segunda Guerra Mundial o de la Gran Guerra Patria, como la llaman los rusos. Fue la oportunidad para la visita de los Presidentes de China y de India a Rusia, acompañados de cuerpos militares que participaron el desfile. Y fue la oportunidad para que quedara en evidencia el mal gusto de Occidente, ausente de la ceremonia, un mundo que rasga vestiduras solo por los muertos que son de su agrado y olvida los veintisiete millones de muertos rusos que permitieron la derrota de la Alemania nazi.
Kerry es un moderno Fray Luis de León que como si nada hubiese pasado, reinició su enseñanza después de un período en la cárcel, con el famoso "como decíamos ayer"; o un seguidor de Unamuno que después de años de exilio retomó sus clases con un "Decíamos ayer". Valga la semejanza de Kerry con estas figuras de la literatura española solamente respecto al olvido del pasado reciente. Más allá de ello la semejanza parecería mucho premio para Kerry. A decir verdad Kerry no es el único olvidadizo. Ya en Febrero Hollande y Merkel se olvidaron de todas las groserías e injurias que largaron contra Rusia y Putin y fueron con la cabeza gacha a confesarse al Kremlin (La caída en picada de las exportaciones alemanas y francesas a Rusia debe haber ayudado a la forma expedita y acelerada en que llegó a Moscú la pareja europea).
Kerry eligió el territorio ruso para enviar un mensaje a su supuesto aliado, el Gobierno de Ucrania, enemigo jurado de Rusia como se suponía lo era Estados Unidos, cuya campaña para destruir la imagen de Rusia y de su Presidente Putin en el último año, realmente no tiene parangón en la historia de la guerra de las comunicaciones. Consultados por el supuesto afán de Ucrania de atacar a los rebeldes del Donbass, dijo Kerry: “I have not had a chance – I have not read the speech. I haven’t seen any context. I have simply heard about it in the course of today. But if indeed President Poroshenko is advocating an engagement in a forceful effort at this time, we would strongly urge him to think twice not to engage in that kind of activity, that that would put Minsk in serious jeopardy. And we would be very, very concerned about what the consequences of that kind of action at this time may be.”
El párrafo anterior de Kerry podría pasar a la antología de los "desembarcos". En Chile a Kerry lo llamarían el Capitán Araya, "él que embarca y se queda en la playa".
Sin duda ha sido un dulce desquite para los rusos ver a sus máximos contrincantes aparecer por Rusia en ánimo de paz. Por algo Lavrov, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, uso un auto que Rusia produjo al fin de la guerra y que llamaron "Victoria", para trasladar a Kerry al lugar de las reunión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario