jueves, 4 de junio de 2015

Elecciones en España


Las recientes elecciones en España dejan al país sumido en la más terrible confusión. A pesar que se trataba de elecciones para los Ayuntamientos (Municipalidades) y para el Gobierno de algunas Comunidades, es posible sacar algunas conclusiones respecto a la evolución de la opinión pública española.

Como era previsible los votantes han censurado seriamente a las fuerzas políticas tradicionales, el Partido Popular que detenta el Gobierno dirigido por Rajoy, y el PSOE (Partido Socialista) que estuvo a cargo del Gobierno desde el 2004 hasta el 2011, dirigido por Rodríguez Zapatero. Las furias ciudadanas se desataron contra los socialistas porque condujeron a España a la grave crisis económica y financiera que ha terminado con un producto nacional el 2014 que está aún por debajo del que se generó el 2007 y que llevó el desempleo sobre el 25%. Los socialistas tuvieron que salir del Gobierno en medio de un gran desprestigió gracias al cual el Partido Popular pudo obtener una amplia mayoría para gobernar a partir del 2011. Los cuatro años que ya lleva en el poder esta formación han sido suficiente sin embargo para desilusionar a los electores que ven que nada se resuelve de la crisis y que los incipientes "brotes verdes" son una consecuencia de haber aumentado el endeudamiento del Estado español que llegará a más del 100% del PGB este año, lo que significa su virtual quiebra. Ella no se manifiesta gracias a los apoyos del Banco Central de Europa. 


Ambos partidos culpables del desastre de la economía (Ver en este Blog diversas columnas escritas desde el 2011 sobre la situación española), han dado muestras por otro lado, de un nivel de corrupción intolerable. Por eso ambos sumando sus resultados, apenas llegaron al 52%  de los votos. Un 48% de los españoles prefirió una fórmula nueva ("Podemos" y sus aliados (Izquierda), o "Ciudadanos" (Agrupación de centro derecha), Partidos Regionales o Partidos locales).Un cuadro semejante en las próximas elecciones parlamentarias de este año, deja a España prácticamente sin gobierno.

Hace casi tres años atrás el autor de este Blog escribió: "La magnitud del descalabro hace pensar que la sociedad española hará un ajuste de cuentas radical con la política y los políticos de la “plata dulce” que en medio de la frivolidad de la deuda, hundieron al país. ¿Resistirá el Estado Español? ¿Se derrumbará para dar paso a nuevas realidades como el Estado Vasco y el Estado de Cataluña? Veinte años atrás la URSS se disolvió pacíficamente en medio del caos económico. Hoy podría ser el turno de España."

La situación se puede resumir así: El electorado rechaza a los Partidos Tradicionales en los que ya no confía y busca nuevas alternativas que precisamente por ser nuevas, no tienen apoyo suficiente ni la capacidad de gobernar pues carecen de cuadros directivos experimentados y confiables en las cantidades que se requieren. Toda esta escena se da en medio de una situación económica apremiante y como ya se dijo, de virtual quiebra. Este cuadro era previsible ya a fines del 2012, cuando Rajoy completaba su primer año de gobierno: 

"Rajoy con un año en el gobierno, ha estado lejos de lo que se esperaba por su amplia mayoría parlamentaria y el mandato fuerte y claro de la ciudadanía. Indeciso respecto al rescate europeo, se ha visto envuelto en los escándalos por la administración de Bankia, de las Cajas y de las Autonomías, y ha sido parco en las necesarias reformas económicas y políticas. Su gran éxito que ciertamente no es lo que le importa a los españoles, ha sido proteger a los bancos europeos de las turbulencias de sus deudores españoles".

La única forma para salir del intríngulis sería que las cúpulas directivas de los partidos tradicionales diesen un paso al lado para permitir el ingreso de nuevos dirigentes en los cuales la ciudadanía pueda confiar, asumiendo que ellos existan y que logren juntar fuerzas, y además que esos dirigentes rebusquen entre sus cuadros personas capaces profesionalmente y confiables para llevar el gobierno. Si esas personas no existen, que "Dios pille confesada a España" porque no se divisa como se pueda evitar la catástrofe. Pero es muy difícil que los líderes actuales de los partidos tradicionales renuncien a sus posiciones.

Así las cosas el panorama de España es negro, de tintes muy oscuros. El país jugó a ser rico con el dinero ajeno (una deuda privada gigante) y cuando se percató que no podía continuar al ritmo que llevaba, en vez de volver a una modestia realista, ha tratado por todos los medios de sostener con mecanismos artificiales un tinglado que se desmorona inevitablemente. Los españoles de este modo aportan al mundo un fenómeno sociológico para edificación de otros: el derrumbe de su sociedad.

Para la Unión Europea la crisis española podría ser bastante más que un dolor de cabeza al estilo griego. No sería un asunto de administración económica y financiera; se trataría de la desintegración de un estado y no precisamente de uno insignificante.

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