sábado, 6 de junio de 2015

Europa y Rusia

Europa y Rusia por Rutas Diferentes


Introducción

Una vez terminado el período soviético era natural la reintegración de Rusia en su mundo, el mundo de la Gran Europa al cual ha pertenecido al menos por un milenio, y del que se vio privado por setenta años de vida soviética. El siglo XX sin embargo no aró en vano. Las distintas experiencias en él de rusos y europeos, dificultan la reaparición de la antigua Europa. Por otro lado Estados Unidos y  algunas naciones del Centro y del Este de Europa hacen todo lo posible por mantener a Rusia aislada y alejada de su antiguo mundo. Por eso los veinticuatro años desde el 1991 hasta el 2015,  no han resuelto la reintegración de Rusia a Europa que así se ha visto privada de nuevas energías para salir de la  parálisis en que se encuentra.



La Debilidad de Europa


¿De dónde la pérdida de vitalidad en Europa? ¿Por qué Europa ya no crea y emprende como en un pasado no tan lejano? ¿Por qué no es un referente para la innovación? ¿Por qué parece haberse subido a medias al carro del avance técnico? ¿Por qué en un área tan fundamental como la educación el ejemplo europeo es hoy  Finlandia, un insignificante rincón rural de la potente Europa de comienzos del siglo XX? ¿Por qué sociedades tan cultas como la italiana, la francesa o la española por nombrar a las más conspicuas, están literalmente "empantanadas"?

Las guerras del siglo pasado no ayudan a explicar el problema de Europa porque una sociedad como la alemana, la que más se desgastó y sufrió entre las occidentales con las guerras del siglo XX, sigue siendo un foco de vitalidad en medio de la oscuridad de sus vecinos.  La pérdida de los imperios o de las colonias, en buenas cuentas la pérdida de masa, tampoco explica la pérdida de vitalidad, porque sociedades pequeñas como la finlandesa o la austríaca (¡que vaya que perdió masa después de la Primera Guerra Mundial!), han sabido encontrar en su propio y minúsculo mundo, energía y fuentes de vitalidad.

Es sin embargo indiscutible  el precio que ha pagado Europa por dos situaciones  que la conmovieron en el siglo XX: la primera, la pérdida de Rusia que después de la Revolución Comunista que formó a la URSS, se encerró en sí misma y se aisló del mundo europeo por setenta años. La segunda, la ausencia de la "Otra Europa", las sociedades de Europa Central y del Este que   como satélites del mundo soviético después de la Segunda Guerra Mundial, quedaron aisladas de una Europa a la que contribuyeron intensamente en el pasado.  

El Occidente de Europa en su arrogancia mira estos fenómenos fijando la atención en el daño que sufrieron los "aislados" y no en el daño que este aislamiento le ocasionó a ella misma. ¿Se puede dudar que el retiro de Rusia fue una pérdida tremenda para Europa? ¿No fue Rusia importante en la escena europea de fines del XIX y comienzos del XX? ¿Habría Estados Unidos arrasado con Europa si Rusia hubiese seguido de la mano de Europa todo el siglo XX? ¿Dónde estarían Rusia y Europa si no se hubiese roto la unidad de la Gran Europa de antes de la Primera Guerra Mundial? 

Rusia además de auto infligirse un grave daño al encerrarse en sí misma, castigó brutalmente a Europa Occidental. Fue la interrupción del diálogo fecundo. Súbitamente se ausentaron de Europa la creatividad y la sensibilidad rusas, la energía de una gran sociedad que en las soledades de sus campos y en la pequeña vida de sus infinitas aldeas y villorrios desarrollaba silenciosamente una cultura que estaba siendo "alumbrada" por Europa. Alejada Europa, el "alumbramiento" cultural continuó  de la mano del Comunismo. Nació una criatura deforme que contuvo las energías gigantescas de la cultura rusa y las volcó a transformar a Rusia en un poderoso Imperio militar  que sorprendió, impresionó y aterró no solo al mundo europeo, sino a todo el mundo occidental. 

Hoy se percibe a la pequeña Finlandia como un país líder en Europa. Quién hubiera dicho hace cien años atrás el rol tan relevante que alcanzaría un rincón perdido en el territorio del Imperio de los Zares. Fue sin embargo el único componente del Imperio Zarista que nunca se contaminó con el Comunismo Soviético. ¿Cuánto se puede esperar entonces del mundo ruso ahora que se ha liberado de buena parte de las taras del comunismo soviético? ¿No contiene muchas unidades que pueden ser cada una de ellas una nueva Finlandia para la Gran Europa ¿Cuánto ayudarían ellas a hacer de Europa un actor en el mundo post
moderno y globalizado?

Mil Años de Cercanía

La historia desmiente la concepción de Rusia como un ente separado de Europa, un integrante de Eurasia, el nuevo concepto que propala la publicidad occidental para alejar a Rusia de su patria, la Vieja Europa.  Mil años muestran una íntima vinculación de Rusia con Europa que se hizo evidente cuando Rusia adoptó el cristianismo ortodoxo griego, el de una sociedad europea por excelencia. Transitoriamente alejado de él en la época Comunista, Rusia hoy está tan cerca del Cristianismo como cuando fue adoptado oficialmente en la vasta área del Noreste de Europa que capitaneaba Kiev en el siglo IX.   

Rusia estuvo muy involucrada por mil años con Europa, un período que terminó con la Primera Guerra Mundial (aunque con una breve interrupción a partir del siglo XIII por la invasión mongola). Termina con  la Primera Guerra Mundial un proceso de integración que avanza  a lo largo de los siglos, que se acelera con el progreso de las comunicaciones y que llevó a Rusia a ser en esa guerra un gran actor en el juego de poderes europeos. Algunos autores incluso señalan el progreso acelerado del Imperio Ruso como una de las causas principales de esta misteriosa Guerra Mundial.  
Más adelante el ataque a la URSS de la Alemania de Hitler apoyada por casi todas las  naciones del Centro y del Este de Europa, muestra que antes de la Segunda Guerra Mundial para una gran parte del territorio europeo los sucesos de la URSS, la continuadora del Imperio de los Zares, no le eran ajenos a pesar del aislamiento soviético. Por el contrario eran asuntos que esa Europa consideraba de  vida o muerte.

Es entonces una verdadera rareza histórica  lo que sucede entre el fin de la Primera Guerra Mundial y la caída de la URSS en 1991: el alejamiento de la sociedad rusa por setenta y tantos años de Europa, de la cual fue por siglos, un activo participante. 

Un Reencuentro a Medias

Han pasado ya casi veinticinco años desde el entierro de la criatura contrahecha que fue la URSS, el Estado Soviético. Al liberarse de ella Rusia pensaba que regresaba a la gran comunidad europea. Creyó que sería acogida con los brazos abiertos por los antiguos socios y prójimos europeos. Sin embargo nada sustancialmente diferente apareció en el horizonte de la Relaciones Internacionales. Europa Occidental aterrada por la Guerra Fría y el Comunismo, estaba llena de suspicacias respecto a Rusia. El temor al poderío soviético subsiste aún en el Occidente europeo que mira a Rusia como una prolongación del Imperio soviético e incluso como la  continuadora del Imperio de los Zares. (Buena parte de ello se debe sin duda a la permanente campaña de medios en contra de Rusia).

Los otros países europeos que surgieron a la caída del mundo soviético  fueron inmediatamente acogidos con los brazos abiertos y "regaloneados" por Occidente, a pesar que varios de ellos habían sido grandes simpatizantes de la Alemania de Hitler (el máximo demonio para el Occidente de hoy) y aliados activos en la guerra contra la URSS. (Estados Bálticos, Hungría, Eslovaquia, Rumania, Croacia, Bulgaria, Ucrania Occidental, Eslovenia). Curioso: se recibió con más cariño a los que fueron enemigos de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, que a quién fuera el principal actor del mundo Aliado para ganar la guerra contra la coalición de países encabezada por la Alemania nazi. Anteriormente Europa había acogido sin gran problema a Finlandia, Austria, Italia y España cuyo pasado de enemigos de los Aliados (o de neutral dudoso por decir lo menos en el caso de España) fue rápidamente olvidado.

¿Sería que Rusia y los rusos ocultaban efectivamente algo bajo la manga y que objetivamente no eran de fiar para Occidente? No parece que haya sido la actitud de la gran masa rusa que en esos años hacía presente a voz en cuello su simpatía por Occidente, ni de los dirigentes que dieron cuenta de las viejas instituciones soviéticas con la energía de un combatiente en una "blitzkrieg". Como fuere, los rusos deben haber sentido que Occidente se comportaba con ellos como un vecino sicópata: un día cariñoso y afectuoso, al día siguiente insolente y agresivo.

Dos Rasgos Rusos Alejan a Europa

No facilitó el acercamiento entre Rusia y Europa una cierta arrogancia rusa que se apoya en la larga tradición imperial zarista y en una URSS que fuera una de las dos grandes potencias militares del mundo. Ni tampoco ayudó la corrupción que  Occidente ve como moneda de uso corriente en Rusia. Ella que sin duda  existió antes de la Revolución de Octubre, fue cultivada por los soviets con extrema diligencia gracias al comunismo y sus extrañas formulaciones económicas. Una reacción hipócrita de los occidentales  hace que al acusar a los rusos por este vicio no vean la viga en sus propios ojos. (Ver artículo de Perry Anderson del 22 de Mayo del 2014  en el London Review of Books. Traducido al castellano en http://ibanezjoseluis.blogspot.com/2014/05/europa-victima-del-ninguneo.html) 
          
La Democracia, Una Piedra en el Zapato

Ha sido también motivo de divergencia entre rusos y europeos el que no se practique en Rusia una democracia al estilo de los "Founding Fathers" de Estados Unidos. Difícil que lo puedan hacer cuando por mil años Rusia se ha gobernado en forma autocrática. No fue Rusia a diferencia de Europa Occidental, un mundo de ciudades, y por tanto es absurdo pensar que en ella existían "ciudadanos" y opinión pública (algo que parece ser privativo del mundo citadino). Los hábitos democráticos los desarrolló Europa en cientos de años de vida de sus ciudades. En tanto hace cien años atrás, las ciudades del Imperio de los Zares no llegaban al 5% de la población imperial (incluyendo ciudades como Varsovia, Riga y Helsinki, esta última en esa época de tan solo 50.000 habitantes). Rusia fue siempre un territorio lleno de pequeños pueblos campesinos. La aparición de las ciudades en forma masiva es relativamente reciente en Rusia, producto de la industrialización de Stalin. Más que ciudades en el sentido occidental, ellas fueron concentraciones de trabajadores para las fábricas. Ni la época ni el propósito de las ciudades de Stalin ayudaban a desarrollar el ciudadano perfecto que trae la Buena Nueva de la democracia. El pequeño empresario tan importante para las sociedades libres y las democracias vigorosas, es en Rusia un ejemplar casi en extinción que hay que rescatar de las cenizas comunistas. Dijo hace pocos años un Ministro de Hacienda inglés que Occidente le pedía a Rusia en veinte años instituciones que en Europa habían tardado cientos de años en establecerse. 

La Guerra que Separó a los Europeos

El siglo XX no pasó en vano y marcó el carácter ruso. Cuando se tienen 27.000.000 millones de muertos en una guerra como fue el caso de la URSS en la Segunda Guerra Mundial, los que sobrevivieron y sus descendientes quedaron marcados a fuego. La guerra para ellos no es un chiste ni un asunto de Hollywood. Es algo GRAVE Y TERRIBLE. Basta que los rusos olfateen el peligro, para que  inmediatamente se pongan en pié de guerra.  ¡Bien saben a qué abismos se puede llegar! Una actitud incomprensible para el norteamericano que nunca ha sufrido en su territorio una guerra después de la Guerra de Secesión, e incluso para muchos europeos de países en los cuales la Segunda Guerra hizo solo un sobrevuelo. Ellos creen que este "ponerse en guardia" ruso obedece a viejos afanes imperiales y no recuerdan que es rara la familia rusa que no tenga muertos en la que los rusos llaman la "Gran Guerra Patria".

Se sorprenden los occidentales porque los rusos se inquietan y cierren filas tras su gobierno cuando los rodean de bases militares y misiles que apuntan a sus ciudades y principales centros. Es que ellos los rusos, aún sienten las heridas profundas que les dejó la guerra y advierten rápidamente el peligro. 

La preocupación de Rusia por la defensa es interpretada en Occidente como un militarismo imperial que amenaza a los países de Europa sin que se advierta que es un afán legítimo producto de una historia que fue especialmente dura con Rusia en el siglo XX .

La Revolución Como Instrumento de Progreso Social

La experiencia soviética hizo conservadora a la sociedad rusa. Aprendió por experiencia propia, que los cambios "a tontas y locas" pueden terminar en catástrofes sociales. "Despacio por las piedras" podría ser el lema de la sociedad rusa hoy, nada de precipitaciones. La agitación de Occidente que quiere arreglar el mundo en cosa de minutos debe parecer cosa de "tontas y locas" a los rusos.

Los ojos rusos deben ver como una ingenuidad mayúscula o peor, como pura maldad, el afán de los europeos que "siguen aguas" en estas materias a los norteamericanos, de transformar de los pies a la cabeza y "a la fuerza" a sociedades de todas las regiones del mundo, a las que pretenden llevar al modelo occidental sin detenerse ante las circunstancias históricas y materiales que han hecho a esas sociedades diferentes.

La Fe: El Mundo al Revés

Donde aparece hoy un desencuentro serio entre la Europa Occidental y Rusia es en el espíritu religioso. Cuando unos van otros vienen. Rusia en el período comunista consagró el ateísmo hasta el extremo y por experiencia propia sabe adónde conduce lo que comienza con la frivolidad que se estila hoy en varias sociedades de la Europa Occidental, que piensan que "lo sobrenatural" es propio de épocas pretéritas y digno de desprecio. Por algo Rusia fue tan estricta con las Pussy Riots,  heroínas para los Medios de Comunicación de Occidente, que ofendieron sentimientos que pesan fuertemente en el ánimo de muchos rusos. El Occidente de hoy no lo puede entender. 

Mucho debe haber pesado en la resurrección religiosa rusa la historia reciente (la del siglo XX), que acercó a la sociedad a las tragedias de la vida, a la muerte y al vacío triste a que conduce el afán ridículo de construir el Paraíso en la Tierra. Hoy es Occidente el optimista que cree  puede torcer la naturaleza a su amaño y experimentar con ella, quizás con el ánimo de los rusos cuando lo hicieron en los años de euforia comunista. Mientras las sociedades de Europa Occidental aceleradamente se hacen más ateas, la sociedad rusa se cristianiza. Difícil diálogo entonces entre unos y otros que siguen caminos  radicalmente divergentes.

OBSTÁCULOS CASI INSALVABLES

Estados Unidos No Quiere Un Tercer Actor

El mero acercamiento entre Europa y Rusia produce irritación en Estados Unidos que con realismo ve que se puede crear una nueva unidad en la geopolítica del mundo, un tercer jugador. Ya bastante es el esfuerzo que Estados Unidos tiene que hacer para contener a la nueva China, como para digerir un renacimiento de Europa con el vigor de la antigua Europa. Estados Unidos no quiere una unión que haga aparecer un tercer actor en el teatro del mundo,  que lo debilita al alejar de su bando a quienes se comportan desde hace varias décadas como sus sirvientes. 

Ya se sabe que Estados Unidos emplea poderosas armas para imponer su voluntad: guerras psicológicas, campañas de desinformación, guerras económicas, guerrillas políticas. Por el lado ruso hay fuerza para sobreponerse a ellas, pero por el lado europeo hay mucha flaqueza. 

Debilidades Europeas

Comenzando por su liderazgo, el de Alemania, un país que es poderoso pero cuyo ánimo se ha castrado después de la última guerra (Llega a ser casi cómica la inhibición alemana ante la amenaza griega de buscar compensaciones por la invasión alemana de hace ya más de setenta años) . Y si el liderazgo no lo ejerce Alemania, ¿quién lo puede ejercer? Lejanos están ya los tiempos en que De Gaulle en una forma que en ese entonces parecía un poco ridícula, trataba de mantener una cierta independencia de los anglosajones de ambos lados del Atlántico. 

Pero además está el problema político de algunos de los países más importantes de la Unión Europea: Italia, Francia, España y como su consecuencia, la crisis económica que se eterniza porque no hay voluntad política de enfrentarla. Todo ello tiene como telón de fondo el problema de la psiquis europea en estado de profunda depresión.

La relación con Rusia por otro lado muestra agudas divergencias en el bloque Occidental de Europa. El Reino Unido no pierde de vista que su principal vinculación es con Estados Unidos y quizás por ello es el más enconado opositor a relaciones más normales con Rusia. 

Tanto la guerra psicológica contra Rusia como la campaña de desinformación, han calado hondo en buena parte de la opinión pública de Europa Occidental. Por ello un reencuentro con Rusia es motivo de un desacuerdo radical en los ciudadanos de la Unión Europea. Hará difíciles los pasos necesarios para que se produzca y para que Europa acepte las particularidades rusas. 

Una Cuña en el Sistema Europeo

Por supuesto no ayuda al acercamiento la actitud de los países que estuvieron sometidos al dominio soviético: Polonia, Estados Bálticos y parte de Ucrania. En ellos aún impera el ánimo de desquite, un revanchismo que suspira por ver a Rusia pagando por los pecados de los soviéticos. No es por supuesto el ánimo de los socios que constituyeron la Unión Europea, los cuales sí conjugaban "el perdón y el olvido" en aras de construir el futuro. Europa debe acallar a los que quieren ver desaparecer a Rusia, lo que no es fácil. Lo hizo George Bush (padre) al momento del fin de la URSS, con los Estados Bálticos que pretendían interponerse al medio de las grandes potencias. Pero claro, Bush era el Presidente de los Estados Unidos que bien sabe como imponer orden en las filas. 

No se anticipa fácil la solución al problema de la población rusa que quedó viviendo fuera de la federación Rusa al momento de la división de la URSS. Esto es particularmente grave en el caso de los que quedaron en los Estados Bálticos y Ucrania. En esta última el problema se acentúa por el conflicto actual con Rusia. 

Buena tarea para los líderes de la Unión Europea controlar a estos países díscolos, lejos del ánimo de concordia europea. No ayuda Estados Unidos, que los usa para introducir una cuña entre Rusia y Europa.   

CONCLUSIÓN


La historia es un imán poderoso que llama a la reintegración de Rusia y Europa. Sin embargo el siglo XX con una peculiar experiencia rusa y con los trágicos sucesos de Europa, ha creado barreras que son difíciles de franquear para que se pueda producir el reencuentro. Además la política mundial del momento hace aparecer actores que se oponen fuertemente a él. Para dificultarlo aún más, Estados Unidos después de su intervención en Ucrania la puede agitar por un largo tiempo cual versión europea de Iraq, como un medio eficaz de mantener la separación de la antigua Europa. 

Desde el punto de vista de la Unión Europea hay que entender que una asociación estrecha con Rusia pondría  a países europeos que a pesar de su importancia en otros ámbitos son débiles desde el punto de vista de su fuerza militar, juntos a Rusia que es mucho más potente militarmente y decidida cuando se necesita usar el poderío militar. No sería una sociedad de iguales.

Para Europa la decisión es entre "un diablo conocido (Estados Unidos) y un santo por conocer (Rusia)" un santo que además aparece como  recién converso de un pasado que los europeos perciben como diabólico. Así las cosas es explicable que el ánimo de Europa simpatice más con el actual vasallaje que mantiene con Estados Unidos. Pero esa es una Europa que seguirá cayendo por el tobogán de la decadencia, amarrada a fórmulas que la hacen sentirse importante, pero que no son más que formas. Los aires de la verdadera importancia en el mundo soplarán lejos de la Península Europea, la moderna Venecia como la llaman algunos rusos: muy hermosa, pero nada más que un decorado.

No será la primera y la última vez que un encaje histórico se ve superado por las circunstancias del momento. La desintegración del mundo hispanoamericano en el siglo XIX mostró que el peso de la historia no pudo resistir las presiones inmediatas, una de ellas no menor,  los esfuerzos del mundo anglosajón Estados Unidos y el Reino Unido  por consolidar la división de España con sus territorios americanos. ¡Nada nuevo bajo el sol!

Rusia No Puede Esperar 

Rusia está dispuesta y quiere  la integración en Europa porque la siente como parte natural de su ser. Los desafíos del mundo moderno globalizado la obligan sin embargo a tomar un camino que le abra oportunidades y apoyos por lo que no puede esperar eternamente a una Europa irresoluta o que necesita un largo período de maduración. 

El camino que ha tomado Rusia de acercamiento a China y a la India es entonces una solución práctica que aprovecha el rol cada día más importante que están asumiendo estos países en el mundo moderno. Puede ser una camino permanente si ellos actúan prudentemente como parece indicarlo su larga experiencia, para consolidar el mundo "multipolar" y globalizado. 

A la luz de todo lo anterior parece sabia la decisión rusa de varios años atrás, al darle un carácter político a la asociación de los BRICS. Hoy además de enfatizar sus aspectos económicos y políticos, la asociación puede llevar a un acercamiento en el plano militar de modo de resistir en conjunto a Estados Unidos.

Aunque Occidente hoy no lo perciba claramente, el afán de independencia y la dignidad de Rusia la han llevado a resistir las presiones de Estados Unidos y sus aliados,  una contribución importante a la estabilidad y equilibrio del mundo amenazado por el sistema "unipolar", concepción que no se condice con la realidad humana cuya vitalidad se asienta en la diversidad. Tarde o temprano el mundo reconocerá el mérito de Rusia al oponerse en inferioridad de condiciones, a la marea "homogeneizadora" que capitanea Estados Unidos. 




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