jueves, 3 de septiembre de 2015

El Niño de Bodrun


Mi reciente y maravilloso viaje a Turquía tuvo un triste epílogo. Exploré varios lugares de este apasionante país para mostrarlo en  viajes que organizo y conduzco para viajeros chilenos. Por eso llegué a Bodrun y caminé sus playas. Cuando  elegí ayer fotos para el artículo que subí a mi BLOG sobre las migraciones que afligen a Europa, de entre cientos ninguna me resultó más conmovedora que la del niño muerto en una playa. Hoy me enteré por la prensa  que gracias a las redes sociales millones de personas  sintieron también  ayer, un profundo pesar por la desgracia de este infeliz niño, y que su muerte ocurrió en una playa de Bodrun, la península más requerida por los turcos en sus vacaciones, quizás alguna playa que caminé tres semanas atrás .

Difícil pensar que las arenas llenas de alegría donde vi jugar a los niños de las familias turcas iban a ser el marco para la tragedia de esta pobre víctima inocente, el Niño de Bodrun.  Con su muerte y en su infinita debilidad ha levantado la acusación más potente contra los responsables de la tragedia que abruma a Siria, su patria, a la que solo conoció como campo para sus juegos infantiles.




Su imagen acusa a los DESALMADOS hacedores de guerras del Departamento de Estado y de la Secretaría de Defensa de los Estados Unidos, los que tan bien describiera el autor norteamericano Richard J. Barnet en su libro "Roots of War" cuarenta y tres años atrás, horrorizado al ver a las élites norteamericanas  graduadas en las mejores universidades norteamericanas, con sus manos bañadas en sangre de inocentes. Los modernos continuadores de esta perversión del modo de ser norteamericano, son los inventores de la guerra que ha asolado el mundo árabe desde que ellos discurrieron la llamada "Primavera Árabe", este eufemismo que oculta quién sabe qué aviesas intenciones respecto a los países que hoy viven en  tierras que en otras épocas vieron florecer la cultura de  Grecia y Roma, la gran tradición islámica y el desarrollo del mundo otomano. Todos los cálculos de esta escoria humana que reside en Washington DC,  que proclama llena de arrogancia a LA "Nación Excepcional", que se viste elegantemente en las mejores tiendas de la "East Coast", que ingenuamente cree que ha descubierto una "Buena Nueva" para la Salvación del Mundo y a la cual debemos tantas guerras que acaban con vidas inocentes, han explotado con la imagen del Niño de Bodrun.

Pero también a los líderes turcos apunta el niño que ha venido a morir a las playas de esta península tan querida por los tranquilos y afables ciudadanos de Turquía. Son esos líderes los que han alimentado como es "vox populi",  al Estado Islámico, este engendro que los medios occidentales quieren que nos traguemos como un ente que aparece de la nada y se sostiene en la nada para crear el nuevo Califato, y matar y destruir  en Siria y en Iraq. (Qué pobre opinión tienen de la opinión pública mundial que creen que en ella ya no queda ni una pizca de sentido común). ¿Qué busca el Gobierno de Turquía sosteniendo al Estado Islámico? ¿Quiere ver también a los niños de su país que este verano juguetearon por las playas de Bodrun como futuras víctimas de sus maniobras palaciegas?

Los nuevos ricos del desierto, los Sauditas, también son los asesinos del Niño de Bodrun. Junto a sus vecinos Quataríes han apoyado y urdido los asesinatos que llevan a los sirios a arrancar de su patria. No les bastan las enormes riquezas que han acumulado en los últimos cincuenta años gracias a la benevolencia  occidental que les permitió y otorgó el monopolio del petróleo.

El Niño de Bodrun también apunta a los franceses. Hoy Francia la dirigen payasos y farsantes encabezados por  Sarkozy y  Hollande, el mofletudo amante de las calles parisinas. Son esos payasos los  que llevan el estandarte occidental en el afán de destruir a los infelices sirios. Presurosos han acogido las instrucciones de los asesinos de la "Nación Excepcional", la del otro lado del Atlántico. Varias vueltas se debe haber dado en su tumba el General De Gaulle, cuya figura se agiganta con el paso de los años. Él, el que hace cincuenta años vio que Europa debía recuperar su autonomía perdida al fin de la Segunda Guerra. Creía todavía en la grandeza de su Gran Patria, Europa. Los años transcurridos desde entonces muestran que esta Gran Patria solo está para obedecer cualquier orden de quien hoy le da seguridad y protección.

¿Y los israelitas? Hábilmente "tras las bambalinas". ¿Puede alguien creer que Netanyahu está ausente de la guerra en Siria que se juega prácticamente en las fronteras de Israel? Es otro más que la "Vox Populi" acusa de alentar y apoyar al Estado Islámico, al fantasma que destruye y asesina en Siria. El tribunal todopoderoso que es el cadáver del niño sirio en la playa de Bodrun también acusa al matón de Israel.

Diabólica maquinación la del Estado Islámico. No es solo la Vox Populi sino también la voz del Vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden,  la que acusa a sus aliados del Medio Oriente y del Golfo. ¡A qué profundidades ha llegado la maldad de los ingenieros de la política y de las sociedades del mundo!

¿Y BasharAl Assad? A pesar de la jauría de potencias occidentales que lo acosan y de los ladridos y mordeduras de sus vecinos árabes y turcos, aún se sostiene dirigiendo a su país. Inexplicable para los confiados ciudadanos occidentales que miran todas las tardes las noticias en la televisión y que creen que él es "una bestia humana" que se alimenta de recién nacidos en su país. No pueden entender que aún sea Bashar Al Assad quien dirige a una población que sabe que su destino de triunfar el bando de "la liberación y de la civilización", el bando de Occidente, será igual o peor al de la infeliz Libia.

¿Y Doña Angela Merkel? En la guerra siria la salva haberse opuesto a los bombardeos de sus colegas occidentales. No ha sido así en Ucrania donde debió ser cómplice del país al que aún debe rendir cuentas, setenta años después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Del país que espía sus conversaciones. Del país que tiene a cargo de las Fuerzas Armada de la OTÁN al general Breedlove, el mismo que la Cancillería alemana tilda de mentiroso para provocar la caída de los acuerdos de Minsk en los que participó y avaló la Señora Merkel. Del país que la obligó a distanciarse y a castigar a Rusia, un vecino potente que los alemanes bien saben los puede hacer pasar muchos malos ratos. Del país que tiene estacionado en Alemania su arsenal nuclear ¡Qué estómago el de esta señora para convivir con Obama y su séquito!

¡Ay Occidente! ¡Rusos y chinos impidieron que fueras más asesino! Vetaron en las Naciones Unidas el intento de Estados Unidos de probar sus misiles con la  población siria. ¡Agradece Occidente a los rusos que hicieron respetar su veto con una flota estacionada frente a las costas de Siria! Ellos impidieron que usaras tus armas para matar pobres e infelices árabes.

 ¡Ay Occidente! ¿No te pesa en la conciencia la destrucción de Libia y la tragedia en que has dejado sumida a su población? ¿No te pesan las doscientos cincuenta mil víctimas inocentes de Iraq?  ¿A quién tienes a cargo de usar tus armas?

El Niño de Bodrun me ha hecho recordar la mirada melancólica y el silencio expresivo de mi gran amigo Bill Klaus, distinguido abogado de Philadelphia ya fallecido, cuando yo con entusiasmo juvenil hablaba treinta años atrás, de la grandeza de los Estados Unidos. Hoy adivino lo consciente que él estaba de las debilidades y flaquezas de su país al que quería entrañablemente a pesar de ellas. Fue un soldado que estuvo en el ataque a Alemania al fin de la Segunda Guerra, episodio sobre el cual nunca quiso hablar y que apartaba de la conversación con un gesto de molestia y de recuerdos atroces. Fue un ciudadano que siguió de cerca la política de su país y quizás por eso amaba como el que más, las soledades de la Patagonia y del Altiplano chileno. Hoy ya con la experiencia de los años que él tenía cuando lo conocí, creo entender su mensaje: Hay mucha más maldad en el mundo de lo que nos imaginamos y todo es mucho más complejo de lo que nos quieren hacer creer.

¡Clama al Cielo el Niño de Bodrun!  











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