jueves, 9 de abril de 2020

Las Mega Ciudades y el Virus



El Virus Trae Nuevos Hábitos. El más obvio es uno que se menciona con frecuencia en estos días: el trabajo a la distancia que aprovecha los nuevos sistemas de comunicación. Permitiría el funcionamiento económico de pueblos y pequeñas ciudades


Uno de los problema gigantescos de buena parte del mundo moderno lo constituyen las Mega Ciudades. En América Latina surgieron de la industrialización forzada que llevó al abandono de los campos para concentrar a la población en las ciudades. Fue un golpe por partida doble al sector rural y a los pueblos y ciudades que dependían de él. Doble porque el Proteccionismo trajo por un lado a un nuevo sector la industria, que se impulsó artificialmente a través de protecciones de niveles irracionales, y por otro, porque esa misma protección al reducir la demanda por divisas, castigó al llamado sector de los transables, la agricultura uno de ellos.

Y así parieron estos monstruos, las ciudades, desproporcionadas al tamaño de la población de los países. En 80 años han devenido  en gigantes sin ningún sentido, pasto para negocios inmobiliarios que hacen que los políticos miren para el lado y no vean el elefante donde habitan. 

Pues bien, el virus no ha pasado de largo frente a las Mega Ciudades. El cuadro que presenta este link muestra la intensidad del ataque del virus y como se ha ensañado con grandes ciudades: Nueva York, Madrid, Barcelona, París, ciudades que pronto verán una catástrofe superior a la de las ciudades del Norte de Italia. Es un grito de atención a la forma insensata que adoptó la vida en el mundo como consecuencia de la industrialización: mega ciudades que repelen la cercanía con la naturaleza y que aumentan la densidad humana de los espacios a niveles intolerables.  Parecen ser las víctimas favoritas del virus. 

Es necesario ahora que el virus atropella, repensar la forma y tamaño de las ciudades ¿Cuál es la necesidad para el ser humano de torturarse en estas grandes concentraciones de población, a todas luces antinaturales? ¿Cuál es la necesidad de sufrir el contacto de miles de seres humanos cada día? ¿Cuál es la necesidad de enterrar miles de millones de dólares en los sistemas de transporte y de esclavizar a los ciudadanos con varias horas de movilización cada día? 

La novedad: La tecnología informática y los medios de comunicación actuales le han dado una vigencia sorprendente a las pequeñas concentraciones humanas, a  ciudades de poca población, a los pueblos. 

Llegó la hora de abordar seriamente el problema. No admite dilaciones porque ya se sabe los estragos que un virus puede hacer en un área con alta concentración de ciudadanos. Pero también porque la vida en las grandes urbes no es satisfactoria para los ciudadanos. No solo aleja al hombre de la naturaleza; también y de forma paradójica, de sus prójimos porque en medio de multitudes ha creado lo que un autor llamó hace cincuenta años "La Multitud Solitaria". La gran urbe mató la vida del barrio, la cercanía natural con los vecinos, el conocimiento de los otros ciudadanos, la integración social. Al fin de cuentas el perjuicio alcanza a la sociedad toda que ve como su entramado comunitario se debilita y en algunas situaciones desaparece.  

Hemos creído por mucho tiempo ya, que es necesario que millones de personas se miren las caras diariamente para vivir bien. ¡Qué percepción tan ridícula!  En Chile un Santiago de 7 millones de habitantes llena de orgullo a los admiradores de lo masivo que sacan cuentas alegres de sumar millones y millones a la capital (La conocí con solo dos millones). Hoy con buena parte de su población encerrada y su actividad semi paralizada, Santiago ha recibido un llamado destemplado de advertencia. No solo ella sino Chile: ¡Caven su propia tumba y verán en lo que terminan! 

Los políticos en Chile debieran estar atentos al vigor de la polis, de la sociedad, y por eso atender seriamente este problema y terminar sus jueguitos y caprichos constitucionales que a nada práctico conducirán. No es raro que hoy reciban el inmenso repudio de la sociedad chilena que quiere que ellos se aboquen entre otros asuntos a lo que de verdad es un clamor de los chilenos: ciudades vivibles. Llegó la hora de enarbolar como estandarte lo que un norteamericano proclamó hace ya cincuenta años: "Small is Beautiful". "Lo Pequeño es Bello".





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