En Octubre dejó su cargo el General Allen nombrado por Obama el año pasado como "Gran Jefe" para llevar adelante la campaña contra el Estado Islámico. Su renuncia la presentó en Septiembre de este año, poco después que se supiera que el programa de entrenamiento de soldados para enfrentar el Estado Islámico había fracasado completamente. Solo cinco, CINCO, tal cual se lee, fue el total de soldados que se logró reclutar y entrenar. Para ello el congreso de EEUU había aprobado US$500 millones. Si se aplica el dicho "por sus frutos los conoceréis", habría que decir que los militares norteamericanos no son precisamente entusiastas destructores del Estado Islámico. A su vez la campaña aérea contra el mismo Estado Islámico anunciada con bombos y platillos, y de la que EEUU es el protagonista, ha sido otro fracaso. Más de un año de campaña no mostró ningún resultado del cual pudieran sentirse orgullosos sus jefes. Al revés, siempre quedó la duda si EEUU quería efectivamente combatir y dañar gravemente al Estado Islámico.
Se ha dado como pretexto para justificar la falta de resultados ante el Estado Islámico, la ausencia de fuerzas terrestres para explotar las oportunidades que habrían generado los ataques aéreos. No es una explicación satisfactoria porque esta carencia debió haberse planteado desde el primer día. Simplemente no es creíble que militares experimentados norteamericanos se hayan embarcado en una aventura la de los bombardeos aéreos, sabiendo que ellos terminarían siendo ineficaces. Ante la evidencia de la incapacidad de la aviación de destruir por sí sola al Estado Islámico, los especialistas de EEUU piden ahora el envío de tropas terrestres, algo a lo cual Obama parece oponerse decididamente porque su bandera de lucha para ser elegido Presidente fue el retiro de las tropas norteamericanas del Medio Oriente.
Poco antes de la renuncia de Allen, más de cincuenta analistas del mando norteamericano para el Medio Oriente se declararon en abierta rebelión. ¿La razón? Que el Alto Mando los influía y presionaba para temperar sus informes sobre el avance de la guerra, informes que en lo sustancial daban cuenta que los resultados favorecían al Estado Islámico y que se podía considerar que EEUU estaba perdiendo la guerra. La información que llegaba a las autoridades políticas norteamericanas sufría posteriormente los retoque de los altos oficiales y terminaba siendo mucho mas halagüeña que la percepción que los analistas creían su deber presentar. La rebelión se canalizó con una queja formal de los analistas a las instancias militares correspondientes.
Por segunda vez en poco tiempo los altos mandos militares norteamericanos son acusados de falsear información. Antes fue el General Breedlove, Comandante de las fuerzas de la OTAN, quién recibió claras señales de malestar del Gobierno Alemán que percibió como el Alto mando de la Alianza Occidental transmitía información falsa sobre la situación de la guerra entre el Gobierno de Ucrania y los rebeldes del Este. Ahora los militares norteamericanos engañaron a la opinión pública y a sus autoridades políticas al hacer creer que efectivamente la coalición liderada por EEUU intentaba destruir al Estado Islámico.
Ya se conoce mediante documentos oficiales la satisfacción de Estados Unidos y los países aliados, con la constitución del Estado Islámico. Más aún su compromiso de apoyar su desarrollo. Se sabe también de la línea de abastecimiento a los rebeldes en Siria que le terminó costando la vida al embajador de EEUU en Libia, país desde el que se hacían los despachos a Turquía para enseguida hacerlos llegar a Siria. Las atrocidades con las que el Estado Islámico se presentó en lo que pasó a ser su feudo, algunas de las cuales bien podrían ser montajes de Hollywood, hizo necesaria una reacción militar de Estados Unidos y sus aliados que respondiera al horror del público occidental y que liberara a la rebelión siria de cualquier sombra de sospecha sobre la participación en ella de rebeldes radicales como el Estado Islámico. Difícil tarea para Gobiernos que contribuyeron al desarrollo y establecimiento del Estado Islámico. El fracaso de la campaña aérea y el aborto de la campaña terrestre muestran que más que satisfacer a sus ciudadanos, Estados Unidos y sus aliados continuaron facilitándole la vida al Estado Islámico.
Hoy que el Estado Islámico aparece como culpable en el atentado del avión comercial ruso en Egipto y en los actos terroristas en París, EEUU y sus aliados que ayudaron en el parto que le dio vida y después en su alimentación, no pueden evadir las graves responsabilidades de sus acciones.
¿Con qué cara se puede presentar el Gobierno de Francia y su Presidente después de los atentados de París? Los líderes occidentales han señalado rápidamente como culpable al Estado Islámico, el mismo que ellos y sus socios del Golfo contribuyeron a crear. Francia sin que se sepa el por qué, ha hecho todo lo posible por avivar los fuegos en Siria. Sus aviones además fueron socios en la campaña aérea, la que ahora se sabe nunca se emprendió para ganar y derrotar al Estado Islámico. Al menos por los pilotos y jefes que participaron en la campaña aérea contra el Estado Islámico, el Gobierno de Hollande debió saber que era cómplice de una farsa.
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