miércoles, 8 de febrero de 2017

México y el Muro

Para los Presidentes de México enfrentados al Muro de Trump, la mejor defensa es un buen ataque.   

 Felipe Calderón y Vicente Fox han encabezado la reacción de la "dignidad mexicana" contra "el Muro de la Vergüenza" que Trump quiere construir en la frontera entre Estados Unidos y México. Tras ellos infinidad de intelectuales y académicos y también empresarios como Carlos Slim, el cuarto más rico del mundo aunque los Medios no lo llaman "magnate" como a Trump. Slim impresionado por la unidad nacional de los mexicanos ante la arremetida de Trump, declaró: "El Gobierno (mexicano) está ahora en una posición negociadora fuerte y firme". ¡Fuerte y firme! ¿Cómo puede estar fuerte y firme si debe dar cuenta de años de abusos con un vecino ni más ni menos la primera potencia del mundo, que después de mucha dejación decide poner las cosas en su lugar?

Más les vale a los Presidentes mexicanos atacar

 Así quizás se puedan defender. Porque el escándalo que ha hecho Trump con México ha servido para descubrir una de las grandes vergüenzas mexicanas, la incapacidad de sus políticos y de sus instituciones para resolver  uno de los problemas básicos de cualquier sociedad, dar un trabajo decente a sus propios trabajadores. Por muchos años los políticos y la élite mexicana han mirado impávidos como operaba la "válvula de ajuste" de la economía mexicana: la emigración masiva de sus trabajadores  a Estados Unidos.

 Si hay alguna razón para condenar y ajusticiar a los políticos es el fracaso de sus sociedades para ofrecer oportunidades de vida digna a sus ciudadanos forzándolos a emigrar. Lo natural es que ellos quieran permanecer en su propio mundo, junto a sus familias y amigos, rodeados del paisaje que conocen desde la niñez, hablando, amando y rezando en su propia lengua, gozando su propia música y su propia cocina, sintiendo en buenas cuentas que tienen un lugar propio en el mundo, el mundo de sus padres y de sus antepasados.

 La emigración mexicana es un monumento vivo a la incompetencia de los políticos mexicanos

Es la incompetencia de sus presidentes y parlamentarios, de los Salinas de Gortari, de los Zedillos, de los Fox y de los Calderón, de todos los que han participado en la dirección de la sociedad mexicana y que nunca abrieron su boca para denunciar la vergüenza gigantesca que ha sido la emigración de millones de mexicanos a USA.  Ellos han jugado con su pueblo desde Los Pinos, desde el Senado y la Cámara, desde el PRI, el PAN, el PRD y otros engendros de la política mexicana. Son esos políticos los que entretienen periódicamente al mundo con espectáculos de corrupción y contubernios entre política y negocios, los que conviven con esa Segunda República que es el narcotráfico, los que toleran  asesinatos, raptos y todo tipo de violencias. Esos políticos son "los virtuosos" que hoy rasgan vestiduras porque un Presidente de Estados Unidos quiere eliminar la "válvula de ajuste" que permite que la sociedad mexicana continúe viviendo con sus vicios porque al fin de cuentas Estados Unidos todo lo arregla recibiendo a los mexicanos que "están de más" en su propia tierra.

 Quien destaca en el cúmulo de declaraciones torpes y tontas del mundo político mexicano fue un ex Canciller, Jorge Castañeda. En entrevista de CNN declaró ni más ni menos, que México podría retrucar ¡permitiendo el libre tránsito de la droga a Estados Unidos!  ¡Qué tal! Castañeda "mostró la hilacha", la suya y la de sus colegas.

 Una Afrenta a la Nación Excepcional

 No es que los mexicanos que cruzan la frontera se vayan encandilados a "gringolandia". Por el contrario a poco andar en su nueva tierra comienzan las nostalgias y los deseos de retornar, y si se quedan en ella es porque el México político es incapaz de darles el trabajo necesario para  una vida digna.

 Que los mexicanos que han emigrado a Estados Unidos quieran retornar a su país como lo canta Joan Sebastian en Juliantla, es quizás la mayor afrenta que pueden hacer a los habitantes de la "Nación Excepcional" (Así la llamaba frecuentemente Obama durante su Presidencia), que no imaginan que un mundo materialmente más pobre como el mexicano pueda contener más riquezas culturales como lo sienten los mexicanos enfermos de nostalgia que partieron a Estados Unidos. Es mucho lo que echan de menos y que el "economicismo" de Estados Unidos no reemplaza.

 ¿Qué culpa tiene Estados Unidos?

Los vecinos del norte de México están en todo su derecho al sujetar la inmigración mexicana a las leyes que ellos se han dado. Tolerar una inmigración ilegal de 11 millones de personas es una falta de respeto de Estados Unidos consigo mismo. Porque si no, ¿Para qué se dio las leyes de inmigración vigentes? Sus anteriores autoridades, Obama y otros, (¿Cuándo comenzó la Cueca?) son culpables de una negligencia que de tan masiva se hizo criminal.

 La pregunta del millón de dólares es por qué las autoridades de Estados Unidos aceptaron tamaña violación de su propias leyes. Que la inmigración ilegal ayudó a solucionar la escasez de mano de obra en períodos de auge en Estados Unidos es claro pero de ninguna manera una razón suficiente para el atropello de sus leyes de inmigración. ¿Corrupción? ¿Móviles políticos inconfesos?

Amor por los Mexicanos

 Trump cuando promete hacer cumplir las leyes de inmigración no es culpable de un abuso de autoridad, ni  tampoco de insultar a los mexicanos.  El respeto a la Ley de Estados Unidos no quita  que Trump sienta "amor por los mexicanos" y los encuentre "magníficos".

 Por supuesto el coro  estúpido de Latino América ha visto en el respeto de Trump a sus leyes, una muestra del clásico imperialismo del norte que hace necesaria la respuesta solidaria de las "republiquillas del sur". Es la actitud de niños taimados a los que no se les consiente como ellos quisieran. En vez de sentimientos y "pasiones sesenteras" corresponde que Latino América con madurez  acepte que hay normas que cumplir en una convivencia internacional civilizada.

 ¿Y el Muro?

 Se lo ha transformado en el emblema de la ofensa a los "pobres mexicanos". Puro realismo mágico. El "maldito" muro de la discordia no es más que un instrumento  para que se cumpla la Ley de Inmigración de Estados Unidos. Ya existe en muchos sectores de la Frontera de modo que con él no hay nada nuevo bajo el sol. En la frontera del Oeste  sumaba 1.000 kilómetros antes de la llegada del nuevo Presidente. 

 El Muro de Trump será un símbolo sí, del afán de Estados Unidos por hacer cumplir las leyes que se ha dado y será también el monumento a la imbecilidad de los políticos mexicanos  incapaces de ofrecer a sus ciudadanos condiciones adecuadas para que permanezcan en su país.