miércoles, 31 de agosto de 2022

Los Acuerdos En Una Democracia No Son Inmutables

El plebiscito del próximo Domingo podría mostrar una virtud cardinal de la democracia: la capacidad de enmendar errores,  un rasgo en el que por lejos supera a cualquier otra forma de gobierno. Las dictaduras pueden ser buenos conductores sociales como lo muestran muchos casos en la historia, pero cuando los que ejercen el mando tienen intenciones aviesas, persiguen sus propios intereses o simplemente se despreocupan de la sociedad que dirigen, resulta muy difícil como lo prueba también la historia, que la sociedad los pueda deponer para cambiar el rumbo. La  Democracia podrá tener procedimientos más lentos, una característica que nace de la búsqueda de mayorías que impongan una decisión, podrá establecer como autoridades a gente ignorante e inexperta, se podrá consumir en la ineficacia, podrá caer en la corrupción, en fin, podrá tener muchas condiciones adversas que por lo demás no son privativas de ella, pero cuenta con un recurso que en circunstancias críticas se hace presente: el peso de la opinión pública. Algo así está sucediendo en estos días en Chile.

Los elegidos para redactar el proyecto de Nueva Constitución deben haber sentido que contaban con un apoyo popular irrestricto. Mal que mal un 80% de los votantes de Octubre del 2020 mostraron que querían un cambio de Constitución. Quizás por esa inmensa mayoría los constituyentes pensaron que cualquier cosa que acordaran sería refrendada por los electores, que su mandato estaba "esculpido en piedra" y que sus arranques ideológicos serían  recibidos con entusiasmo por la ciudadanía. ¿Los mareó el ambiente del antiguo Congreso Nacional, un símbolo de autoridad democrática? ¿Creyeron que escribir una Constitución los transformaba en sumos sacerdotes de un pueblo que recibiría su palabra como palabra sagrada? ¿Se olvidaron del ciudadano común y corriente, aquel que trabaja todos los días, que cumple horarios, que mantiene una familia, que educa a sus hijos, que sufre los desvaríos de las élites políticas, que sabe y no lo olvida, que la vida se vive una sola vez, en suma el ciudadano que aporta a lo que se llama "sentido común", un sentido tantas veces ausente de los pasillos del poder? ¿Se olvidaron que ese "hijo del pueblo" tiene los pies anclados en la realidad de la vida?  

No es raro que el ciudadano común y corriente le haya encontrado olor a podrido al fruto que parió la Asamblea Constituyente. Muchos ideologismos, muchas ideas extravagantes, indigenismo al por mayor, mucho "buenismo", todo muy lejos de las preocupaciones de la gran mayoría de los ciudadanos comunes y corrientes que buscan una buena atención de salud, pensiones que les permitan una vida sin sobresaltos al momento de la jubilación,  trabajos estables bien remunerados, educación de calidad para los hijos, control de la delincuencia, mejoras concretas para una vida que le resulta "cuesta arriba". A punta de preocuparse de las minorías el proyecto de Constitución se olvidó de las grandes mayoría. Nada de raro entonces que un buen número de los que eligieron a los que debían construir "la casa de todos" (el nombre por sí solo muestra el "utopismo" extremo de los que le asignan calidades mágicas a la Constitución) reprueben el trabajo de sus elegidos. 

Una Laucha en vez de un Elefante

¿Creyeron los asambleístas constituyentes que en el proyecto de Constitución la cantidad supera la calidad? ¿Cómo llegaron a un proyecto de 388 artículos y 57 disposiciones transitorias que ocupan 178 páginas? ¡Ni más ni menos! ¡Maravilloso el poder de síntesis de los asambleístas! ¿Tanto habrá cambiado la vida humana que ahora se necesitan cuatro veces más páginas que las que ocupó la Constitución de 1925? Ella se lee en 47 páginas con solo 110 Artículos y 10 Disposiciones Transitorias. Los más de 150 asambleístas que prepararon el Proyecto actual conformaron un comité eximio, de esos que se dice que dibujan un camello cuando tratan de dibujar un caballo. Nada ni nadie limitó la inspiración de los asambleístas y por eso presentan ahora un proyecto camélido.  

A la ciudadanía ya no se la educa en el conocimiento de la que se llama Carta Fundamental. ¿Cómo podría entonces digerir una Constitución del tamaño de la que se le presenta en solo 60 días, el plazo acordado por los políticos para que ella se entere y estudie la que sería la obra magna de los Constituyentes? El voluntarismo extremo del mundo político que renunció a sus obligaciones (remuneradas por cierto) de hacer leyes y mantener una Constitución al día, estableció un procedimiento absurdo para darle una nueva Constitución a Chile y la entregó a manos de aprendices de brujo. 

¿A qué velocidad trabajaron los asambleístas? ¿Dos o tres artículos por día?  Se trata de artículos que se supone deben normar la vida de los chilenos por cincuenta, cien años al menos. Los parlamentarios que a veces se toman diez años para aprobar una ley, olvidaron las complejidades propias de una Constitución y fijaron plazos ridículos al proceso constitucional. 

Los Desilusionados

¿Cuántos son los desilusionados con el proyecto de Constitución y con los Constituyentes? El próximo Domingo Chile saldrá de dudas. Lo que sí esta claro es que los desilusionados son un número suficientemente grande como para hacer dudosa la aprobación de un proyecto que es el fruto del "parto de los montes". 

Si a pesar del número de "desencantados" aún subsistiera una mayoría por el Apruebo, no sería de ninguna manera una mayoría que le permita a la eventual nueva Constitución regir sin más los destinos de Chile. Las constituciones requieren de mayorías sustanciales que las aprueben, no las de un triunfo estrecho.  Está claro que si se aprobara el Proyecto de Constitución lo será por un pequeñísimo margen porque todas las encuestas desde hace varios meses, muestran que el Rechazo probablemente será el triunfador el próximo Domingo por un margen importante. Dicen ellas que el Rechazo tendría entre un 55 y un 60% de los votos.

Milagros de los Nuevos Políticos

Si la votación resulta como predicen las encuestas, los nuevos políticos chilenos, los que surgieron a partir de la violencia de Octubre del 2019, se las habrían arreglado para que casi la mitad de los que apoyaron una nueva Constitución en Octubre del 2020, rechacen ahora en Septiembre del 2022 el proyecto que preparó la Asamblea. ¿Sorpresa? En absoluto. El 3 de Diciembre del 2020 en una columna de este Blog El "Rechazo", una Causa sin Voz ni Votos, bajo el subtítulo "Opinión Pública",  apareció una advertencia a los constituyentes: "¡Es peligroso torear al Monstruo! ¡Y lo quieren torear!" Jamás pensaron los constituyentes que la opinión pública si la torean, se pone de mal humor.

"Opinión Pública" (Texto de Diciembre del 2020)

"El Rechazo comenzó hace un año atrás ( 2019), como una minoría insignificante, un grupo de excéntricos que dudan de la Oligarquía Partidista por principio (yo entre ellos). De ahí en adelante sin dirigentes, sin mensajes positivos o adecuados, sin medios de comunicación, en plena Pandemia, era obvio que sería derrotado. ¿Qué lo fue por cifras muy amplias? Sí, definitivamente. Pero de ahí a creer que en el futuro la opinión pública enfrentada a dificultades que afecten su diario vivir comulgará con ruedas de carreta, es mucha ingenuidad. La historia política chilena muestra que la opinión pública es mudable y particularmente cuando siente amenazado su futuro, algo que debiera tener presente la Oligarquía Partidista y el Partido de la Revolución. ¡Es peligroso torear al Monstruo! ¡Y lo quieren torear!"

Efectivamente una parte sustancial de la ciudadanía chilena no quiere "comulgar con ruedas de carreta" que es lo que le ofrece hoy el Proyecto de Constitución, y menos ahora que por circunstancias externas e internas, siente amenazado su futuro. La opinión pública muda de pareceres con el pasar del tiempo y es lógico que lo haga si las circunstancias han cambiado. ¿Cuándo sucedió algo parecido?  

Un Poco de Historia 

Hace precisamente cincuenta años, en 1972. Como los sucesos de ese año no se mencionan porque es políticamente incorrecto hacerlo, los chilenos desconocen un capítulo muy importante de su historia política. 

El Presidente Allende fue elegido en 1970 con el 36,6% de los votos y por amplísima mayoría en el Congreso  que en esa época debía elegir entre las dos primeras mayorías de la elección presidencial: 153 votos a favor de Allende gracias al apoyo de la Democracia Cristiana,  y 35 votos a favor de Alessandri. Quedaba en claro que en 1970 Chile se orientaba fuertemente a la Izquierda, lo que se confirmó en la Elección Municipal de 1971 en la que la coalición de Izquierda de Allende (la Unidad Popular) alcanzó el 50,26% de los votos. La Derecha (la Oposición a Allende en ese momento) en cambio logró solo el 22,29%. La Democracia Cristiana que prefería en ese  momento aún a la Izquierda antes que a la Derecha, obtuvo un 26,55% de los votos. Estas cifras muestran que en 1971 el Gobierno de Allende reflejaba la real tendencia política del país. En las elecciones parlamentarias de 1973 el país sin embargo cambió aunque no lo hizo por el aumento de la Derecha que pasó del 22,29% de 1971 al 25,1%. El gran cambio lo produjo la Democracia Cristiana que subió del 26,55% al 29,44% pero y esto es lo verdaderamente significativo, formando un bloque con la Derecha, la llamada Confederación Democrática, de modo que la Oposición a Allende pasó de un 22,29% en 1971 al 54,5% en 1973. ¡Un vuelco gigantesco en dos años! El desplazamiento de la Democracia Cristiana correspondió a que el centro político del país se hizo contrario a las políticas del Gobierno de Allende, habiéndolas mirado al principio de su Gobierno con cierta simpatía. 

Que el 1972 hubo "mar de fondo" lo dejó en evidencia la incorporación de altos mandos militares al Ministerio del Presidente Allende y la primera huelga de los camioneros. Un desplazamiento político como el que se vivió esos días debió generar mucho ruido. 

La Unidad Popular no quiso aceptar el vuelco político del país: de Marzo de 1973 en adelante fue minoría. Era lógico en esas circunstancias que el Gobierno ajustara su programa y su actuar para convivir con una Oposición que se había hecho mayoritaria. Como no lo hizo o no lo pudo hacer, las consecuencias aún están frescas en la mente de los chilenos.

50 Años Después

Hoy se advierte un vuelco semejante al de 1972 en la opinión pública chilena. ¿Actuarán los políticos de acuerdo a la nueva situación que se avizora para Chile? Está en las manos de Gabriel Boric el Presidente de la República, apartar de su Gobierno  a los "cabezas calientes" y buscar acuerdos con la Oposición, la que el próximo Domingo se expresará con un voto que probablemente en forma mayoritaria rechazará el proyecto de Constitución.

La Democracia chilena si enmienda el próximo Domingo  la decisión que adoptó en Octubre del 2020, dará muestras de estar "vivita y coleando". Sería una prueba de su capacidad para superar problemas que hacen difícil la convivencia social.   




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