viernes, 4 de septiembre de 2020

La Violencia Política en 1973 en Chile. En recuerdo de Felipe Lepe Fernández

El 21 de Agosto de 1973 Felipe Lepe Fernández de 21 años fue baleado por francotiradores de la Unidad Popular en el Centro de Santiago mientras participaba en un desfile de estudiantes en apoyo a los camioneros en huelga. La bala impactó en la frente de Felipe Lepe. Los que lo vieron caer lo dieron por muerto. Funcionarios del Banco del Estado lo trasladaron al Instituto de Neurocirugía y gracias a ellos salvó su vida. No fue la única víctima ese día: los balazos alcanzaron a once estudiantes más.
Felipe Lepe quedó inválido por el resto de su días. Murió el 16 de Julio recién pasado, a los 68 años de edad. Por su invalidez no se  recibió de abogado, truncó su vida sentimental y no pudo formar una familia. Antes de caer malherido por el balazo fue estudiante de Derecho en la Universidad de Chile y tuvo una activa participación en la vida política de entonces como militante y jefe de la juventud del Partido Nacional en San Felipe . 

El Camino a la Violencia

La desgracia que sufrió Felipe Lepe no fue un caso aislado. Después de la derrota de la Unidad Popular en las elecciones parlamentarias de Marzo de 1973 que marcaron el término del camino a la Revolución por la vía legal, la violencia fue la única opción real para quienes querían la Revolución para Chile. El programa del Gobierno de Allende y de la Unidad Popular no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir con una mayoría parlamentaria decidida en contra de él.  Cobró entonces validez el modelo cubano que predicaba la violencia como un modo lícito de hacerse del poder político y que tuvo como propagandista ni más ni menos que al mismo Fidel Castro cuando visitó Chile por 25 días en Noviembre de 1971. Después de Marzo de 1973 para amplios sectores de la Unidad Popular adeptos al Castro Comunismo, la única opción posible era repetir la Revolución Cubana en Chile. 

Electo Allende en 1970 con un 36% de los votos imaginó que podría contar con el apoyo de la Democracia Cristiana cuyo candidato presidencial había obtenido el 28% con un mensaje político que denotaba más de alguna simpatía por el programa de las fuerzas de la Unidad Popular. La misma Democracia Cristiana que con sus votos en el Congreso Pleno le dio la Presidencia a Salvador Allende. Sin embargo en el segundo semestre de 1972, surgió un nuevo actor, la opinión pública, que forzó en breve tiempo lo que parecía un imposible, el acuerdo de la Democracia Cristiana con la Derecha representada por el Partido Nacional. Debió ser el instinto de conservación social  que actuó en una mayoría de los chilenos al observar el derrumbe del país. Fue ingenuo también de parte de Allende pensar que Chile vivía en un vacío, al margen de los conflictos de la Guerra Fría; los conflictos entre las grandes potencias arrastraban  a los países pequeños y se hacía muy difícil mantener un régimen de neutralidad. Así el Gobierno de Allende además de los conflictos internos, se compró un conflicto con Estados Unidos. 

El nuevo frente político de fuerte oposición a Allende y su programa  logró el 55% de los votos en Marzo de 1973. A partir de ese momento no le quedó más opción a la Unidad Popular que usar la violencia física para quebrar la voluntad política de la mayoría ciudadana. Ésta perseguía un cambio radical en el programa de la Unidad Popular por la situación imposible en la que había puesto a Chile y a su población en poco más de dos años. Tan caótica era la situación que a partir de Noviembre de 1972 y hasta su caída (10 meses y días) Allende tuvo cinco Ministros del Interior, cuatro de Hacienda y cuatro de Defensa. En el resto de los ministerios la borrachera de cambios fue semejante. ¡Era la debacle! la consecuencia de adoptar una estrategia política irrealizable, de un camino que conducía al fracaso.  

Las elecciones parlamentarias de 1973 levantaron un muro infranqueable a la vía chilena al socialismo. Le dejaron dos opciones a un Allende que nunca quiso abandonar o modificar el programa de la Unidad Popular: renunciar a la Presidencia o acudir a la vía violenta para pasar por encima de la mayoría de los chilenos. No renunció y él personalmente no adoptó la violencia. Como consecuencia en los meses siguientes a las elecciones de Marzo de 1973  Chile continuó su caída libre. Una Oposición que no cedía y una Unidad Popular que insistía contra viento y marea en su programa. ¿Qué esperaba Allende? ¿Un milagro? Su falta de realismo condujo inevitablemente a Chile al 11 de Septiembre, y a Salvador Allende al suicidio.   

Allende  sintió a fines de 1972 que la marea ciudadana iba por un rumbo diferente al suyo y conformó un ministerio ni más ni menos que con militares partidarios de su Gobierno u obedientes al mando del Presidente de la República. Quizás pensó que así neutralizaba a las Fuerzas Armadas confiado en la obediencia ciega de ellas a sus máximos jefes. ¿Creyó que solo su Gobierno podía apartarse del cumplimiento constitucional? ¿No pensó que roto el dique constitucional otros podían sentirse autorizados a seguir el mismo camino? Le asignó un Ministerio a cada rama de las Fuerzas Armadas.  Por eso en el Golpe del 73  altos mandos militares entregaron los  ministerios que les había encargado Allende a otros militares que adhirieron al  vuelco que en breve tiempo había dado la marea ciudadana. 
  
¿Recurrió la Unidad Popular o algún sector de ella, a la violencia física a partir de su derrota electoral de Marzo de 1973 para amedrentar a la oposición triunfadora?  El caso de  Felipe Lepe y los otros estudiantes que cayeron junto a él es un ejemplo, ni mucho menoss el único, que así lo demuestra. 

Felipe Lepe     

Felipe Lepe fue ejemplar. Siendo muy joven adhirió a la luchas políticas del Partido Nacional. Después  aceptó con resignación un destino que hizo patente el misterio de la vida humana. Fue víctima de quienes se 
sintieron dueños de la vida y de la muerte y que por eso creyeron en la violencia para imponer sus ideas a la sociedad chilena. 

Varias veces encontré a Felipe Lepe en San Felipe. Arrastraba su invalidez y pese a ello su carácter fue siempre afable y afectuoso. Parecía comprender que él era un testimonio vivo de los efectos de la locura humana en la política y por eso aceptaba con resignación el desafortunado papel que le deparó el destino. 

Que Dios se apiade de Felipe Lepe y lo tenga en su Reino.


PS  Algunas Enseñanzas que Deja el 1973 de Chile

1) Antes de emprender una acción política que pretenda cambiar el orden establecido es necesario medir bien las fuerzas para asegurar que ello será posible. Con poco más de un tercio del electorado en 1970 la aventura de la Unidad Popular fue insensata. Sus actores pecaban de mucho voluntarismo y poca racionalidad
2) La opinión pública es voluble si siente amenazada condiciones que considera importantes. Es incierto el apoyo de la opinión pública a cambios que pueden afectar en forma  radical la vida de las personas.
3) Las Fuerzas Armadas reaccionan cuando se desata la violencia y se pueden transformar en un actor decisivo de la vida política. Mientras eso no suceda ellas son un reflejo de la opinión pública. 
4) Hoy más que nunca en medio de un mundo globalizado, no se puede olvidar que la política interna puede producir reacciones en los bandos en conflicto en el mundo internacional. Ésto a su vez puede afectar dramáticamente la política interna.
5) La obstinación y la tozudez son malas consejeras. Ellas resultaron trágicas para muchos de los seguidores de la Unidad Popular. Bien lo entendieron los dirigentes que a partir de 1990 gobernaron a Chile por veinte años en el convencimiento que lo políticos debían encontrar fórmulas para buscar acuerdos sobre bases realistas. 
6) Acudir a la violencia es jugar con fuego. Los jóvenes por su apasionamiento natural, son tentados por ella e imaginan que tienen el futuro comprado desconociendo que la vida puede cambiar dramáticamente como le sucedió a Felipe Lepe y a tantos que pagaron caro en su vida personal los errores políticos garrafales de sus dirigentes y el empecinamiento en "avanzar sin transar". 

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